bajo el grito «Dina asesina, el pueblo te repudia», Miles de peruanos se movilizaron este jueves en varios puntos, incluido Lima, para exigir la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, a quien culpan de la represión que ha dejado cerca de 50 muertos desde el 7 de diciembre.
La jornada se cobró una víctima mortal más este jueves, cuando En la ciudad de Arequipa, un hombre de 30 años murió en un intento de tomar el aeropuerto.
Desde que asumió Boluarte, hace 43 días, En los enfrentamientos murieron 43 civiles y un policía y unas 10 personas más como consecuencia de las protestas y cortes de ruta.
Pero La atención nacional se centró este jueves en la «toma de Lima”, para el cual participaron miles de personas de todo el país, especialmente del sur de los Andes.
La más fuerte manifestación de rechazo contra Boluarte y el Congreso Transcurrió básicamente en paz, salvo enfrentamientos relativamente menores en las inmediaciones de la avenida Abancay, donde se ubica la plaza Bolívar, sede del Legislativo.
Los manifestantes que intentaron acercarse al lugar fueron repelidos con gases lacrimógenos por fuertes cordones policiales y un grupo de rescate reportó algunos heridos leves hasta el anochecer.
Salvo esos incidentes, todo transcurrió en un ambiente tenso, pero sin enfrentamientos, y La Policía permitió que los manifestantes transitaran por las principales calles del centro, excepto los alrededores del Palacio de Gobierno y el interior de la estratégica Plaza San Martín.
Las personas que llegaron del interior, y que se quedaron en gran parte en las universidades estatales de San Marcos y la Universidad Nacional de Ingeniería, se fusionaron con sus anfitriones limeños y desfilaron junto a ellos.
“Somos artistas, no somos terroristas”, gritaban los visitantes, mientras aprovechaban para hacer exhibiciones de su folklore.
La “toma de Lima” generó expectativa ante las lecturas de que en Perú convive entre duras fricciones un capital criollo, conservador y racista, y un sur andino de ascendencia rural, quechua y aymara, y que exige soluciones políticas al sentirse eternamente relegado.
«Hemos llegado al inmenso pueblo de los señores y lo estamos sacando»una frase del destacado novelista indígena José María Arguedas (1911-1969), se vio impresa en varios muros del centro, como descripción de lo que estaba sucediendo.
Pero, al final, limeños y provinciales marcharon hombro con hombro. Distritos limeños de los conos norte, este y sur, poblados en gran medida por personas que también dicen sentirse marginadas y que tienen raíces étnicas quechua y aymara, desplegaron grandes pancartas de apoyo.
“Nuestros hermanos del interior no están solos”, Una mujer del populoso distrito limeño de San Juan de Lurigancho gritó con un megáfono, refiriéndose a que todos los muertos en las protestas perdieron la vida fuera de Lima.

La «toma de Lima», además de la dimisión de Boluarte, pedía el cierre del Congreso controlado por la derecha, elecciones generales lo antes posiblenueva Constitución y libertad para el derrocado expresidente Pedro Castillo.
Los incidentes actuales en Perú, donde existe una crisis permanente desde 2016, estallaron luego de que el Congreso destituyera en diciembre pasado al izquierdista Castillo, quien anteriormente había intentado sin éxito cerrar el parlamento y gobernar por decreto, y lo reemplazó por el hasta ahora vicepresidente. Boluarte.
La nueva mandataria dijo en principio que pretendía quedarse hasta el final del mandato, en 2026, ignorando así el clamor popular del 83% por elecciones generales inmediatas, según las encuestas, y dando al Congreso más aire que en las medidas se rechaza. en un 88 %.
Luego retrocedió, pero el país ya estaba en llamas. Las elecciones anticipadas ahora están potencialmente programadas para abril de 2024, pero esa fecha no solo parece demasiado lejana para la variopinta oposición.pero temen que Boluarte y sobre todo la Legislatura traten de burlarla.
Para voceros del Gobierno, la oposición está liderada por «matones profesionales» con vínculos con el terrorismo, el narcotráfico, la minería ilegal y el expresidente boliviano Evo Morales, interpretación que genera malestar entre los opositores.
Los manifestantes aseguran que son ciudadanos desatendidos que exigen integración, respeto a sus derechos, mejores posibilidades económicas y que no sean reprimidos con fuerza excesiva. de los que incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ya se ha pronunciado.
Este jueves, además, hubo enfrentamientos en las ciudades sureñas de Cusco, Juliaca e Ica y en la norteña de Virú, mientras más de 100 tramos de vías continuaban interrumpidos por manifestantes en departamentos andinos, costeros y selváticos.
Dirigentes cívicos dijeron que se mantendrán en sus protestas hasta que renuncie Boluarte y abra el camino a un proceso electoral para este año.
Con información de Telam y Titulares Ar.