El programa espacial de China se apunta un enorme hito en sus ambiciones de liderar la carrera por la exploración del cosmos.

El programa espacial de China se ha apuntado un descomunal hito en sus ambiciones de convertirse en líder en la carrera por la exploración del universo. La sonda que el país asiático ha enviado a Marte, la Tianwen-1, ha logrado aterrizar con éxito en el suelo del planeta rojo, en la superficie del área sur de la llanura Utopia Planitia, en el hemisferio norte marciano. Es la primera vez que un país logra, en su primer intento, llegar a Marte, orbitarlo y aterrizar en él. Con este logro, China se convierte en la tercera nación, después de Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, en dejar su huella en ese cuerpo celeste.
Ahora, la próxima etapa consistirá en la salida del robot explorador Zhurong, así llamado en alusión a un dios del fuego en la mitología china, del módulo de aterrizaje en el que ha viajado. El rover de 1,85 metros de altura y 240 kilos de peso podría separarse del módulo el próximo día 22, según ha adelantado Wu Yunhua, vicedirector de la CNSA, en declaraciones a los medios chinos este sábado.
Tianwen-1 (Preguntas al cielo) había comenzado a rebajar su altura desde la órbita en que se encontraba en torno a la una de la mañana del sábado (hora de Pekín, 19.00 del viernes hora peninsular española) y el módulo de aterrizaje, con el robot explorador Zhurong en su interior, se separó en torno a las cuatro de la mañana (22.00 hora peninsular española). El artefacto aún voló durante tres horas antes de su entrada en la atmósfera marciana, según la agencia espacial china (CNSA), antes de aterrizar en la Utopia Planitia a las 07.18 hora de Pekín (01.18 hora peninsular española).
Lo que los expertos apodan como los “siete minutos de terror”, el tiempo de descenso durante el que se pierde el contacto con el artefacto y se desconoce si la misión ha tenido éxito, duró en este caso nueve minutos. Durante ese lapso, iba a reducir su velocidad de 4,9 kilómetros por segundo (17.640 kilómetros por hora) a cero. En una primera fase, el módulo de aterrizaje, envuelto en un escudo térmico para protegerlo del intenso calor generado por la fricción con la atmósfera marciana, comenzó la desaceleración. A una altura de unos 10 kilómetros sobre la superficie, tras deshacerse del escudo protector, encendió sus retrocohetes y desplegó su gigantesco paracaídas, de 200 metros cuadrados, para ayudarle con la frenada.
Fuente: Elpais.com