De la celda al taller con la economía circular

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La economía circular emerge como una herramienta clave para la reinserción laboral de personas privadas de libertad en Argentina. Iniciativas que convierten residuos en oportunidades están transformando el futuro de quienes cumplen condena.

La realidad carcelaria en Argentina enfrenta desafíos que requieren de soluciones innovadoras para mejorar la reinserción social de los internos. La economía circular se ha convertido en una respuesta efectiva, liderada por organizaciones sociales que promueven la formación y el trabajo dentro de las cárceles. Según el Sistema Nacional de Estadística sobre Ejecución de la Pena de 2022, el 79,8% de los reclusos son menores de 44 años y el 83% no ha terminado la educación secundaria, lo que resalta la importancia de iniciativas que fomenten la capacitación y el empleo.

Ejemplos de éxito incluyen la textil Juaga en la cárcel de Olmos, que ha capacitado a reclusos en la producción de vestimenta a partir de materiales reciclables, y el proyecto Toco Madera en San Martín, donde se fabrica mobiliario con madera plástica derivada del reciclaje. Estos proyectos no solo ofrecen una segunda oportunidad a los internos, sino que también promueven prácticas sostenibles.

José Ruiz Díaz, del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), subraya la diferencia entre la economía popular y la empresarial, destacando la necesidad de subsistir como motor de estas iniciativas. Además, el MTE impulsa cooperativas como TecnoRAEE, que repara y reutiliza residuos electrónicos, donando equipamiento a escuelas y estudiantes.

Estas experiencias demuestran que la economía circular no solo puede transformar desechos en recursos valiosos, sino también vidas, ofreciendo una vía de reinserción digna y sostenible para quienes buscan reconstruir su futuro después de cumplir una condena.