Este majestuoso ciervo, símbolo de la fauna neuquina, enfrenta una dura batalla por su supervivencia. Su preservación es crucial para la biodiversidad de la región.
En las montañas y bosques de la Patagonia argentina, un habitante milenario lucha por no desaparecer: el huemul. Este robusto ciervo, conocido como “Shoam” por los tehuelches y “güemul” por los araucanos, es un emblema de la provincia de Neuquén y un símbolo de la fauna local.
Con un peso que puede alcanzar los 90 kg y una altura de hasta un metro, el huemul se ha adaptado perfectamente a los duros terrenos montañosos, donde se desplaza ágilmente sobre la piedra y la nieve. Su dieta consiste en hojas verdes, tallos tiernos y flores que encuentra en lugares como el Parque Nacional Nahuel Huapi. Caracterizado por su pelaje denso que le permite sobrevivir al frío extremo y nadar con facilidad en los ríos y lagos patagónicos, su color varía del pardo oscuro en verano al amarillo suave en invierno.
Considerado una especie en peligro de extinción, el huemul enfrenta múltiples amenazas: desde la depredación natural por pumas y zorros, hasta la competencia con el ciervo colorado, una especie introducida que ha invadido su hábitat. Además, la caza furtiva, aunque ilegal, sigue siendo un riesgo significativo para su supervivencia.
El huemul no solo es un tesoro biológico, sino también un importante recurso histórico y cultural. Testimonios de su interacción con los primeros habitantes de la Patagonia se encuentran en arte rupestre y utensilios de más de 8.000 años de antigüedad. Hoy en día, avistarlo en libertad es una experiencia rara y privilegiada, que requiere paciencia y suerte, ya que es apodado «el fantasma de los Andes» por su capacidad de pasar desapercibido.
La preservación del huemul es una responsabilidad compartida que exige acciones concretas para proteger su hábitat y garantizar su supervivencia. Es fundamental reconocer y valorar la importancia de este majestuoso ciervo para la biodiversidad y la historia de la región.