Un nuevo informe del PNUMA y el Consejo Científico Internacional destaca cómo la combinación de cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación está agudizando una crisis global multifacética, instando a una acción inmediata y coordinada.
Este lunes, un informe conjunto del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Consejo Científico Internacional subrayó la gravedad de la «triple crisis planetaria» que enfrenta el mundo. El estudio revela que el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la creciente contaminación están interrelacionados con desafíos tecnológicos y sociales, exacerbando una situación de crisis global que afecta tanto al bienestar humano como al ambiental.
El informe destaca que la degradación ambiental impulsada por la actividad humana, el rápido avance de tecnologías como la inteligencia artificial, y la creciente competencia por recursos naturales están creando una “policrisis” que amenaza con profundizar las desigualdades y la desconfianza en las instituciones. La directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, advirtió sobre la necesidad urgente de prepararse para estos desafíos emergentes, enfatizando que la rapidez del cambio y la incertidumbre podrían desviar a los países de sus objetivos ambientales.
Además, el estudio anticipa un aumento significativo en la demanda de minerales y metales para la transición a cero emisiones netas, lo que podría llevar a una intensificación de la minería, incluyendo actividades en el fondo marino y en el espacio. Este incremento de la explotación de recursos presenta riesgos para la biodiversidad y puede acentuar la contaminación y el conflicto.
El informe también advierte sobre los peligros asociados con la fusión del permafrost y la liberación de patógenos antiguos, así como los impactos ambientales negativos de la inteligencia artificial, especialmente en el uso de recursos críticos y en aplicaciones militares.
Para abordar estos desafíos, el informe sugiere un nuevo contrato social que incluya indicadores de desarrollo más amplios, con un enfoque en la inclusión de pueblos indígenas y jóvenes, así como en la mejora de la gobernanza y la redistribución de recursos. La recomendación es redirigir los flujos de capital para reducir las desigualdades y proteger el planeta frente a la creciente crisis global.