Los incendios en la Patagonia se cuadruplicaron y fueron los peores de las últimas tres décadas

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Más de 31.000 hectáreas arrasadas en una temporada que evidencia el avance del cambio climático y la falta de políticas de prevención estructurales.

Entre octubre de 2024 y marzo de 2025, la Patagonia argentina vivió una de sus temporadas más devastadoras en términos ambientales. Los incendios forestales consumieron más de 31.722 hectáreas de bosques andino-patagónicos, una superficie cuatro veces superior a la registrada la temporada anterior, convirtiéndose en la peor catástrofe ecológica regional de los últimos 30 años.

La información, elaborada por la ONG ambientalista Greenpeace junto a un relevamiento técnico de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, destaca no solo la magnitud del desastre, sino su frecuencia creciente. En localidades como El Bolsón, Cholila y Lago Puelo, las llamas afectaron zonas residenciales y reservas naturales. Las imágenes aéreas muestran cicatrices negras sobre lo que hasta hace poco era un manto verde, y las consecuencias ecológicas y económicas aún no terminan de dimensionarse.

A pesar de los reclamos históricos de brigadistas, comunidades mapuches y científicos, los fondos nacionales destinados a prevención de incendios se mantienen congelados desde hace años. El Servicio Nacional de Manejo del Fuego apenas logró cubrir con equipos básicos y helicópteros lo que fue una expansión rápida, favorecida por la sequía, el aumento de temperaturas y los vientos intensos.

Por su parte, organizaciones como FARN y Fundación Vida Silvestre señalan que estos eventos no son aislados ni casuales, sino parte de una tendencia global donde la crisis climática se entrelaza con el abandono estatal y los modelos extractivistas. “Los incendios son la fiebre del planeta, pero seguimos sin atender la infección”, dijo con crudeza un ambientalista de la zona.

A nivel comunitario, vecinos autoconvocados organizaron cadenas solidarias para proteger viviendas, evacuaron animales y compartieron herramientas. En varias ocasiones, se enfrentaron a la falta de recursos y al silencio de las autoridades. En redes sociales, circularon videos caseros de las columnas de humo avanzando sobre viviendas y escuelas rurales, mientras los medios nacionales tardaban en reflejar la gravedad de la situación.

Los incendios dejan a la vista una de las principales deudas estructurales del país: la falta de una estrategia ambiental federal que articule prevención, mitigación y restauración. En la Patagonia, mientras se planifica la apertura de los centros de esquí, muchos cerros aún huelen a ceniza.