Según UNICEF, 10 millones de chicos consumen menos carne y lácteos que en 2023, mientras que la mitad de los hogares con niños no pueden cubrir gastos básicos. La situación es alarmante en toda Argentina.
En Argentina, la comida se ha convertido en un lujo para millones de familias. Los datos de la octava encuesta de UNICEF sobre hogares con niños y adolescentes revelan una crisis alarmante: más de un millón de chicos han perdido una comida diaria en el último año, reflejo de una dramática reducción en el consumo de alimentos básicos como carne y lácteos. La situación económica ha llevado a que unos 10 millones de chicos coman menos carne, frutas y verduras, reemplazándolos con alimentos más baratos y menos nutritivos como fideos y pan. Esta caída en la calidad de la alimentación se agrava por el hecho de que el 52% de los hogares ya no puede adquirir ciertos alimentos esenciales, lo que significa que 3,3 millones de familias han dejado de comprar leche, carne y otros productos lácteos. La situación es especialmente grave en los hogares que reciben la Asignación Universal por Hijo y el Programa Alimentar, donde el 67% de las familias no puede cubrir estos gastos básicos.
Lourdes Alfonso, maestra de la Escuela Francisco P. Moreno en Barracas, Ciudad de Buenos Aires, describe un panorama desolador: “Nos encontramos con un panorama muy triste ya que tenemos infancias que lamen los platos, literal”. Alfonso observa un incremento en el número de niños que dependen exclusivamente de la comida proporcionada por las escuelas, llegando incluso con síntomas de hambre como dolores de cabeza o de estómago, debido a que la última comida que recibieron fue la merienda escolar del día anterior. La encuesta muestra que en el 48% de los hogares con niños, los ingresos mensuales no alcanzan para cubrir los gastos básicos, un aumento de siete puntos porcentuales respecto a 2023 y de quince puntos desde 2022.
María Medina, coordinadora del comedor «Sueños Cumplidos» en Almirante Brown, confirma esta situación: “Un guiso de carne hoy es un milagro”. Medina explica que el aumento de precios hace casi imposible para los comedores comunitarios incluir carne en sus menús, obligándolos a recurrir a alternativas cada vez más limitadas y menos nutritivas. La compra de alimentos básicos como pan y leche se ha convertido en un desafío económico insuperable para muchas familias.
La crisis alimentaria también ha impactado la salud infantil, según Paula Pani, médica y directora de un Centro de Atención Primaria en Buenos Aires. Pani observa un aumento en los casos de malnutrición y sus efectos colaterales, como infecciones respiratorias y problemas digestivos, que empeoran con la falta de proteínas y otros nutrientes esenciales. La malnutrición, dice, afecta no solo el crecimiento físico, sino también el desarrollo neurológico de los niños.
El informe de UNICEF destaca que el presupuesto destinado a la niñez ha caído un 25% en términos reales en los primeros cinco meses de 2024, en comparación con el mismo período del año anterior, afectando áreas críticas como la alimentación escolar y la infraestructura educativa. Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social y Monitoreo de UNICEF, advierte sobre los riesgos significativos de desfinanciamiento, que podrían comprometer la calidad y cobertura de las prestaciones esenciales para los niños. Sin medidas presupuestarias adicionales, 2024 sería el tercer año consecutivo de reducción en los recursos asignados a las políticas de niñez y adolescencia.
En un contexto de creciente pobreza infantil, estas cifras son una llamada urgente a la acción para proteger el bienestar de los más vulnerables en Argentina. La necesidad de ampliar el financiamiento y acelerar la ejecución de recursos es imperativa para revertir esta tendencia alarmante y garantizar que los niños tengan acceso a una alimentación adecuada y a servicios básicos de salud y educación.