Edijordial 101125: Manual para ganar con la gente (lecciones de Madmani para el peronismo que viene)

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Empezó con 1%. Sin padrinos, sin millones, sin la maquinaria aceitada. Ganó repitiendo una sola palabra, mirando a los ojos y convirtiendo clics en cuerpos. Si Madmani pudo mover la aguja con accesibilidad como brújula, ¿puede el peronismo recuperar mayoría traduciendo su ideario al idioma cotidiano del precio del alquiler, del bondi, del changuito?

Digámoslo sin anestesia: en un país fatigado por recesiones encadenadas y salvatajes ajenos, la política perdió la gramática del bolsillo. Sobran diagnósticos brillantes y faltan palabras que abran la heladera. Por eso el “caso Madmani” —ese peronista de ultramar que arrancó con 1% y terminó conquistando la ciudad más impiadosa con los tímidos— vale menos como estampita épica y más como método. Orden, repetición, cercanía, comunidad. Nada de milagros. Trabajo. Y un latiguillo que cabe en la palma de la mano: accesibilidad.

Hoy, acá, el desafío es parecido: traducir una tradición gigantesca —derechos, movilidad social, Estado que cuida— al idioma simple del mes que no cierra. Menos himno y más timbre. Menos etiqueta y más changuito. Menos “macro” y más alquiler. Que el peronismo vuelva a ser lo que alguna vez supo: una pedagogía de lo posible.

Lo que revela el caso

1) Orden y repetición.
Madmani dijo “accesibilidad” hasta que el aire aprendió la palabra. La política no la recuerdan los que la leen, sino los que la repiten. Para el peronismo, la consigna es parecida: “vida digna” como paraguas y tres clavos fijos bajo la lluvia: alquiler justo, transporte accesible, canasta cuidada. Todo problema vuelve al mismo origen: que vivir no cueste tanto. Repetir sin culpas, con ternura y con datos. Cada vez. En cada barrio.

2) Ciudad antes que trending topic.
Madmani evitó la trampa del discurso nacional abstracto. Habló de la cuadra. Si el peronismo quiere salir del loop del antiperonismo, debe municipalizar la esperanza: mapas de alquiler por barrio, cardiograma del bondi, costo del litro de leche en la olla popular. El macrorelato entra después, como cierre. Primero el minuto a minuto del hogar.

3) Mediación pedagógica.
El video de la “halalflation” enseñaba inflación con un plato en la mano. Acá, lo mismo: explicar las cosas como si el mate tuviera la palabra. Por ejemplo: “Si el salario pierde contra el precio del colectivo, el barrio se achica”. No es bajada de línea: es conversación.

4) Autenticidad real (no de brochure).
Madmani no actuó cercanía: la vivió. En términos criollos: menos acto, más vida. Y una regla: que ningún plano muestre algo que no puedas sostener un lunes sin cámaras. Si te ven en el bondi solo en campaña, la gente lo nota. Si te ven siempre, el algoritmo deja de ser tirano: la confianza hace de community manager.

5) Escuchar antes de proponer.
El método de base no fue “convencer” sino dejar hablar. El peronismo tiene tradición de sindicato y comité: la rueda existe, hay que volver a hacerla girar. Escucha activa con planillas simples (nombre, problema, vecino de referencia), una app de bajo costo y una consigna: el que fue escuchado vuelve con otra vecina.

6) Identidad gráfica = identidad política.
Madmani usó colores, tipografías y símbolos de bodegas, metro y Bollywood. ¿Qué sería acá? Feria, club, salita, fileteado, colectivos, ternura villera y orgullo barrial. Colores que sepan a trabajo y tipografías legibles en la vereda. El diseño como política pública: si el afiche grita pero no abraza, no sirve.

7) No buscar el “centro”: moverlo.
Madmani no moderó su ideología: la tradujo. Ser popular no es hablar como el mercado; es hablarle a tu vecina. El peronismo puede sostener una agenda firme —empleo, salario, tarifas razonables, Estado que llegue— con léxico cálido y pruebas de vida. No es tibieza; es claridad.

8) De clic al cuerpo.
La mística no está en el meme; vive en la puerta. 1,5 millones de timbres, 2 millones de llamadas, cientos de miles de conversaciones. Acá hay oficio aprendido: Unidad Básica, sindicato, centro de estudiantes, club. Convertir el like en lista de WhatsApp, la lista en mesa, la mesa en timbre, el timbre en voto. Y, después, en control de gestión.

9) Redes que potencian, no sustituyen.
Las redes no ganan solas, pero aceleran cuando hay confianza. Un ecosistema de microcreadores barriales (la seño, el referente del club, la piba de la biblioteca) amplifica más que una gran pauta. Lineamiento simple: tres piezas por tema, un dato, una historia, una solución, formato vertical, subtitulado, 30–45 segundos. Siempre call to action: “venite el sábado al club, sumate a la mesa de alquileres”.

10) Populismo con empatía.
Madmani nombró a los de arriba sin asustar a los de al lado. En criollo: identificó el poder, pero no fabricó monstruos. Casa de renta corporativa, especulación con alimentos, privilegios impositivos. Crítica con puerta de salida: organización, ley y mejora concreta. En vez de miedo, respirar esperanza.

En la Argentina esto toma otro color.

Porque acá la política huele a distancias largas y a fin de mes corto. La accesibilidad, en clave nacional, se llama tarifa que no te devore el sueldo, alquiler que no te expulse del barrio, transporte que acerque trabajo y estudio en el AMBA, en las capitales provinciales y en cada ciudad intermedia. Una campaña peronista inspirada en Madmani, versión país, diría: “Vivir y trabajar en la Argentina tiene que ser accesible.” Tres banderas sencillas y tercas:

  • Alquiler justo federal: registro simple y transparente, incentivos a contratos estables, parques de alquiler social financiados con tierra pública y créditos blandos; defensorías del inquilino en cada municipio.
  • Transporte que acerque oportunidades: SUBE federal con tarifa social automática, refuerzo del bondi metropolitano y regional, recuperación de trenes urbanos/interurbanos y conectividad segura para bici y a pie.
  • Canasta básica federal: acuerdos por región, ferias y mercados populares con logística pública (frío, flete, horarios), compras estatales inteligentes que traccionen precios de referencia.

Y una cuarta que sostiene a todas: servicios esenciales con federalismo real —agua segura, energía confiable, conectividad 4G/5G en escuelas y barrios—, medicamentos críticos garantizados y trámites que no humillen. Sin ese piso, cualquier boom es fiebre. Si el peronismo quiere volver a ser mayoría, debe poner el cuerpo donde pone la palabra: obra, control, datos abiertos y comunidad.

Una campaña posible (cuaderno de ruta nacional)

Cierre narrativo: cada acto grande se arma con cuentos chicos del país: Marta en San Miguel de Tucumán recuperó su tarifa social; Don Julio en Guaymallén renovó alquiler sin multa; Ayelén en La Matanza consiguió su boleto estudiantil; Ezequiel en Rosario volvió a la escuela técnica con beca. El mito se cocina en la cacerola y se sirve en la mesa común.lega de noche, el pibe del reparto, la maestra de la 125, la feriante que pelea el precio. Que hablen primero ellas y ellos; que después vengan los dirigentes. El gesto: menos atril, más banco de plaza. El silencio: no prometer lo que no se puede. Si algo tarda, decirlo. Pedir perdón. Volver al día siguiente. Persistir.

Mensaje madre: “Vida digna, acá y ahora.”
Submensajes: Alquiler justo. Transporte accesible. Canasta cuidada. Trabajo con derechos. Estado que llega.

Ruta del territorio: 24 provincias, 100 ciudades, 1.000 barrios. Mapeo de problemas repetidos y soluciones estandarizadas. Un kit por mesa: guía de alquiler, simulador de boleta (luz/agua/gas), turnero de salud, formulario de reclamo.

Pedagogía cotidiana: microvideos “inflación del kiosco”, “la boleta sin jeroglíficos”, “alquiler sin sorpresas”, “SUBE federal: quién accede y cómo”. Lenguaje de vereda, ejemplos reales.

Identidad visual: club, feria, escuela técnica; fileteado y colores de cada región (Norte, Litoral, Cuyo, Centro, Patagonia). Tipografías legibles en la calle. Rostros reales (con consentimiento) y señalética de barrio.

Estructura: 1 coordinador por municipio, 1 referente por barrio/paraje, 1 enlace por escuela/club/sindicato. Calendario de puertas tocadas y mesas móviles.

Métrica humana: no presumir seguidores; contar conversaciones y soluciones. “Esta semana: 12.400 charlas, 860 gestiones resueltas, 320 turnos de salud confirmados”.

Calles y Estado: no prometer imposibles: acercar lo posible. Trámite exprés, defensorías del inquilino, ventanilla única de transporte, ferias de precios con logística pública.

Ganar no es un verbo místico: es sumar conversaciones, cuidar lo frágil, ordenar lo justo. Hacer accesible lo cotidiano. Convertir el enojo en organización y la nostalgia en programa. Si Madmani movió el centro sin moverse del barrio, el peronismo puede recuperar mayoría sin traicionarse: traduciendo. Porque la política, cuando vale la pena, es esto: darle nombre a un derecho y después cumplirlo.

Lo de Madmani no es magia: es mecánica popular. Diez llaves simples para abrir puertas que el marketing cierra: una palabra madre, territorio, pedagogía, identidad, escucha, redes con anclaje real, crítica con salida, diseño que abraza, métrica humana y fidelidad al ideario. Por eso sirve como espejo. El peronismo no necesita inventarse de nuevo: necesita afinar su traducción. En un país con salarios que persiguen precios y alquileres que persiguen sueldos, accesibilidad puede ser el hilo rojo que cose banderas históricas con urgencias presentes. El Norte programático cabe en cuatro verbos: cuidar, acercar, abaratar, dignificar. Y un método: clic → puerta → conversación → solución → comunidad. Si el antiperonismo quiere plebiscitar la frustración, la respuesta no es el grito: es el método. Y la ternura como disciplina.

La democracia no se mide en trending topics: se mide en puertas que se abren. Si el derecho tiene nombre y domicilio, el futuro encuentra el timbre.