Caputo cede y sube tasas: gigantesca emisión busca calmar la plaza cambiaria

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El ministro de Economía, Luis Caputo, dio luz verde a una licitación fuera de programa que sacó de circulación casi 4,7 billones de pesos mediante Letras Capitalizables y Bonos a corto plazo, aceptando tasas nominales de entre 40 % y casi el 48 % anual. La maniobra, protagonizada por la Secretaría de Finanzas, apuntó a eliminar el exceso de pesos liberado tras la reciente eliminación de las LEFIs y evitar que presionen sobre el valor del dólar.

La operación superó las expectativas oficiales: se ofrecieron unos 4,9 billones, de los cuales 4,705 fueron absorbidos. En detalle, más de 1,5 billones se adjudicaron en letras con vencimiento a finales de julio, y el resto se distribuyó entre papel que vence entre agosto y septiembre. Los bancos, saturados de liquidez, aprovecharon para imponer condiciones y asegurar esas tasas elevadas.

¿Por qué tanto? Los bancos no canjearon todas las LEFIs por Lecaps como esperaba el Gobierno, temiendo perder acceso inmediato al dinero, y acabaron solicitando esta licitación. El Tesoro cedió ante la presión: priorizó retirar pesos y estabilizar el tipo de cambio, aunque a costa de pagar intereses mucho más altos de lo previsto.

El Banco Central tomó medidas paralelas: reactivó pases pasivos y operó dólar futuro para contener la presión sobre el tipo de cambio. Aún así, los analistas advierten que esta estrategia refleja un error de cálculo y una sobredosis de liquidez en el sistema. Según Aurum Valores, la respuesta del BCRA —pagar más por liquidez que lo que pagaba el Tesoro— revela “improvisación y mala praxis”.

Este episodio demuestra que el Gobierno, en nombre del control cambiario, terminó subastando el Tesoro contra sí mismo. Cede poder frente a los bancos y alimenta una estructura que convierte a la deuda en pesos en una pesada carga fiscal. Se desdibuja el relato oficial de «desinflación ordenada» y emerge la preocupación por recargar al Estado con obligaciones onerosas.

Lo que viene no es trivial: el Tesoro afrontará vencimientos trimestrales exigentes —solo los Lecaps colocados equivalen a casi 3,2 billones en los próximos 45 días— y sin una mejora clara en la recaudación ni en el consumo, deberá repetir este tipo de maniobras para refinanciarse.

En definitiva, la jugada de Caputo ofrece un respiro momentáneo al dólar, pero refuerza un modelo de deuda costosa que podría hipotecar la capacidad del Estado para gastos esenciales. Y mientras los bancos ganan liquidez a corto plazo, el conjunto de la sociedad podría verse forzada a pagar una factura inflacionaria más alta mañana.