El consumo en supermercados de Argentina se desplomó un 18% en julio, mostrando una profundización de la crisis a pesar de intentos gubernamentales por mostrar señales de recuperación. La aceleración inflacionaria y la brecha cambiaria afectan gravemente el poder adquisitivo.
El panorama del consumo en supermercados en Argentina se ha vuelto sombrío, con una caída interanual del 18% en julio, según fuentes del sector. Esta baja sigue a una disminución del 12,5% en junio y refleja una profundización de la crisis que había comenzado a vislumbrarse en mayo.
A pesar de los esfuerzos del gobierno de Javier Milei por destacar la ligera recuperación de mayo, que mostró un repunte intermensual del 4%, el panorama se deterioró rápidamente. En junio, el consumo se había reducido un 12,5% interanual, y en julio la caída alcanzó un nuevo mínimo. La caída intermensual de julio es de un 18%, superando el desplome del 17% registrado en abril.
Este nuevo declive ocurre en un contexto de congelamientos de tarifas de servicios esenciales, lo que a primera vista podría haber aliviado el impacto en el consumo. Sin embargo, la aceleración de la inflación y la creciente brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo han aumentado los precios de los alimentos, ejerciendo presión adicional sobre los consumidores. La inflación de junio, que alcanzó el 4,6%, junto con aumentos en los precios de los alimentos, contribuyen a la retracción del consumo.
El escenario es preocupante para el gobierno, que había prometido controlar la inflación en el sector minorista. La caída de julio demuestra las limitaciones de las políticas actuales y pone en duda las proyecciones optimistas del ministro de Economía, Luis Caputo, quien había anunciado que la inflación en los supermercados podría llegar a cero antes de fin de año. Con estos datos, el desafío de revertir la caída del consumo y controlar la inflación se presenta más complejo que nunca.