La madrugada de este domingo, varias ciudades israelíes fueron alcanzadas por una nueva ofensiva de misiles y drones lanzados desde Irán, en lo que ya constituye la mayor escalada bélica directa entre ambos países en las últimas décadas. El ataque fue presentado por Teherán como una respuesta “legítima y proporcionada” a los recientes bombardeos estadounidenses sobre instalaciones nucleares iraníes y al apoyo de Israel a esa operación, en un contexto cada vez más caótico en Oriente Medio.
De acuerdo con reportes cruzados de agencias internacionales como Reuters y medios regionales, más de 80 misiles y una veintena de drones kamikaze fueron lanzados hacia territorio israelí, apuntando principalmente a ciudades del norte como Haifa y Tel Aviv, pero también impactando zonas del sur, próximas a la Franja de Gaza. Las sirenas de alerta sonaron durante horas, y el sistema de defensa Cúpula de Hierro logró interceptar parte del ataque, aunque al menos 12 misiles impactaron en áreas civiles, dejando múltiples heridos y daños materiales considerables.
El Ministerio de Defensa de Israel confirmó la magnitud del ataque y anunció represalias “de gran escala” en las próximas horas. El gabinete de guerra convocó una reunión de emergencia y no se descarta una intervención directa en territorio iraní, lo que acercaría al mundo a un conflicto de consecuencias impredecibles. Mientras tanto, las principales capitales occidentales observan con creciente alarma: Estados Unidos reforzó su presencia militar en el mar Rojo y la OTAN convocó a una reunión extraordinaria.
Por su parte, el régimen iraní celebró lo que calificó como “una victoria moral sobre la arrogancia occidental”, al tiempo que advirtió que cualquier nuevo ataque será respondido con más fuerza. En un mensaje televisado, el presidente Ebrahim Raisi aseguró que “la resistencia de los pueblos oprimidos no será silenciada con bombas ni sanciones”.
El impacto de esta escalada ya se siente a nivel global. Los mercados reaccionaron con fuertes subas del petróleo, el oro y la volatilidad bursátil. En América Latina, algunos gobiernos expresaron preocupación y llamaron al cese de hostilidades, mientras que organizaciones de derechos humanos advirtieron por el aumento de víctimas civiles en ambos bandos.
En este tablero cada vez más descontrolado, la diplomacia parece haber sido reemplazada por los misiles, y el reloj corre hacia un posible conflicto abierto entre potencias regionales con respaldo internacional. Una guerra de alta intensidad en Medio Oriente no solo desestabilizaría aún más la región, sino que puede arrastrar al mundo hacia una nueva era de confrontación global.