
Autoridades rusas y ciudadanos se unen en una operación de rescate sin precedentes mientras las aguas desbordadas del río Tobol amenazan a miles en el sur de Siberia.
Las autoridades rusas han desplegado una respuesta de emergencia ante las catastróficas inundaciones que azotan el sur de Siberia, particularmente en la región de Kurgan. Más de 3.000 personas han sido evacuadas solo en esta área, mientras las aguas continúan aumentando peligrosamente, superando los niveles máximos establecidos hace tres décadas.
El río Tobol, cuyo aumento ha sido exacerbado por las peores inundaciones en décadas en el vecino Kazajistán, ha alcanzado niveles alarmantes. En Kurgan, el agua ha superado el récord anterior de 10,06 metros, llegando a una altura de 10,15 metros el jueves pasado.
A pesar de los esfuerzos de rescate, la situación sigue siendo crítica, con nuevas inundaciones anticipadas en los próximos días a medida que la crecida del río Tobol continúa su curso río abajo. Para combatir esta crisis, los residentes locales se han unido a los rescatistas en la construcción de nuevas presas y el refuerzo de las existentes.
Sin embargo, las operaciones de rescate no están exentas de peligros, ya que se han reportado incidentes de botes que chocan con escombros en el agua, lo que ha llevado a las autoridades a instar a las personas a evitar inspeccionar sus casas inundadas por medios acuáticos.
El desastre ha desencadenado una movilización a gran escala, con 120 agentes de policía trasladados a Kurgan desde regiones vecinas para mantener el orden durante las evacuaciones. Más de 5.000 propiedades han sido afectadas por las inundaciones en la región.
La crisis también se extiende a otras áreas, como la región de Tiumén, donde el nivel del agua del río Ishim ha aumentado drásticamente en solo 24 horas, obligando a la evacuación de más de 3.000 personas. Además, en la región de Oremburgo, más de 17.000 personas han sido evacuadas en medio de la creciente amenaza.
Este desastre natural coincide temporalmente con las impresionantes inundaciones en Dubái, donde el desierto se ha visto sorprendentemente cubierto de agua, destacando la magnitud global de los eventos climáticos extremos que enfrenta el planeta.